sábado, 19 de diciembre de 2009

Juego (I)


Hace unos días comencé a leer un libro realmente interesante llamado “El juego en el que participamos” de Eric Berne. Una lectura, al principio algo técnico, se hace amena, entretenida y lo más importante de todo, hace reflexionar.

Nos centraremos en que es un juego y en cuando jugar. Veamos cómo define el autor el concepto de juego: “Un JUEGO es una serie de transacciones ulteriores, com­plementarias, que progresan hacia un resultado previsto y bien definido. Descriptivamente, es un conjunto de transacciones recurrentes, frecuentemente prolijas, superficialmente plausi­bles, con una motivación oculta; o en lenguaje familiar, una serie de jugadas con una trampa o truco.” Dr. Berne usaba un lenguaje bastante técnico, pero a resumidas cuentas un Juego es una interacción definida y dirigida entre dos o más sujetos donde uno pone una trampa u obstáculo a otro, normalmente de carácter emocional.

Como nos comenta Berne es su maravilloso libro “cada juego es básicamente deshonesto, y el resultado tiene una cualidad dramática y no simplemente excitante.” Partamos de este punto, sabemos que el juego es siempre deshonesto, siempre hay una trampa, la persona con la que interactuamos tiene un as en la manga… ¿Por qué jugamos? ¿Cuándo hemos de jugar?

Básicamente jugamos por el premio, las expectativas que nos creamos sobre lo que vamos a conseguir con esa interacción nos motivan a “sortear“ todas esas trampas en la interacción para conseguir nuestro objetivo. ¡Tiempo de metáforas! Imaginemos lo que hemos tenido que hacer, o estamos haciendo para conquistar a esa persona que nos gusta. Ese camino ha sido como una carrera de 3000 metros obstáculos donde el mejor es el que se lleva el premio. Estas trampas serian representadas por los obstáculos, vayas, fosos de agua, obstáculos que debemos sortear si queremos llegar a la meta y no solo eso, debemos ser constantes, llevar buen ritmo y hemos de ser los mejores, marcar el mejor tiempo. El premio merece la pena.

Pero ¿Qué ocurre cuando lo que buscamos no merece la pena, el juego nos hace daño o tratan de manipularnos? ¿Debemos jugar? La respuesta es tan evidente como simple: NO. Solo hemos de jugar a aquellos juegos que nos gusten, que merezcan la pena, que nos llenen y solo hemos de jugar para ganar. Cuando un juego es cruel, doloroso y está cargado de ira o celos NUNCA debemos jugar, jugar nos pondrá a merced de la otra persona, estaremos en sus manos y perderemos cualquier tipo de iniciativa y posibilidad de ganar.

¿Cómo dejamos de jugar? Simple, si estamos dentro de un juego, nos retiramos de él, si el juego está a punto de comenzar no participamos. Esto siempre resulta difícil y doloroso, primero porque, a veces, estamos cegados, no vemos la realidad que nos rodea y jugamos a ciegas. Por otro lado, la persona que nos plantea el juego, SIEMPRE HARA TODO LO POSIBLE PARA QUE NO ABANDONEMOS, a todos nos jode dejar de ser el/la príncipe/princesa del cuento.

Jugar o no está en nuestras manos.

Información adicional

Eric Berne http://es.wikipedia.org/wiki/Eric_Berne

lunes, 7 de diciembre de 2009

Mito (I)


Ya hemos hablado anteriormente del significado de los mitos en la pareja con el mito fundador, ahora hablaremos de otra clase de mitos, los llamados falsos mitos del amor. Cómo comentábamos anteriormente un mito no es más que “una narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter divino o heroico. Esto nos pone ante una serie de situaciones tan idílicas como falsas sobre el amor. El problema se encuentra en que, en alguna ocasión, todos hemos dicho o pensado alguna de ellas, lo que no es preocupante. Afortunadamente la experiencia empírica acaba destrozando estos mitos y de paso hace que nuestro corazoncito sea algo más fuerte. Ahora analizaremos alguno de esos mitos:

1- 1-Quiero que mi pareja sea sincera conmigo”. Muchas veces detrás de esta frase encontramos encubierto el siguiente pensamiento “Me gusta que mi pareja me diga lo que quiero oír”. Hagamos un pequeño ejercicio, apuntemos en un folio todos los pensamientos que tenemos sobre nuestra pareja durante unas horas, cada vez que ese pensamiento se repita le ponemos una crucecita o un “palote” (me encanta esta palabra). Ahora subrayemos los pensamientos que le hemos comentado a nuestra pareja. Pocos ¿verdad? Y de esos pocos, seguramente, solo le habremos comentado los positivos, que pueden ser también los menos frecuentes. Y no es de extrañar, ser sincero es cómo manejar maquinaria pesada, hay que tener muchísima precaución y no hacerlo nunca bajo el consumo de “sustancias”.

2- 2-Existe mi media naranja y solo esa persona será capaz de hacerme feliz”. Esto me parece una chorrada tan impresionante que no merece la pena ser comentada.

3- 3-Los opuestos se atraen”. Mira a tu pareja, ahora mírate a ti. Pues eso, los polos opuestos no se ataren, cuantos más aspectos en común tengamos mejor, no buscamos una pareja “opuesta” a nosotros sino una persona que nos “complemente”.

4- 4-Si el amor es auténtico, lo sabré en el mismo momento de conocer a la otra persona. Las personas nos pueden gustar, nos atraen, pero el amor llega con el tiempo, el flechazo no es más que otro mito, el amor a primera vista, una excusa. Es fácil confundir el cariño y la atracción con el enamoramiento. Una profesora me dijo una vez “el amor es como hacer una tarta, preparas los ingredientes, lo mezclamos, los calientas y luego toca esperar a que se haga. El primero no te saldrá bien, pero con la práctica llegaras tener una receta que te llene”.

5- 5-Si experimento una plena compenetración sexual, debe tratarse de amor. No confundir química sexual con amor, en ocasiones nos enganchamos a personas que sexualmente nos satisfacen y creemos estar enamorados. Graso error, tener esta satisfacción sexual es uno de los pilares de la pareja, ya lo decía R.J Sternberg en su teoría triangular del amor, y esa satisfacción llega antes o después, cuestión de práctica. Pero lo que hace del amor un amor completo es algo más…

Otro día continuaremos con más falsos mitos sobre el amor. Tema que realmente me apasiona^^

PD: Algo de información adicional:

R.J Sternberg :http://es.wikipedia.org/wiki/Robert_Sternberg

Su teoría triangular del amor: http://es.wikipedia.org/wiki/Teoría_triangular_del_amor

lunes, 30 de noviembre de 2009

Polaridad


Muchas veces nos encontramos con sentimientos dispares, diferentes, completamente opuestos. “La amo pero la odio”, “Tiene algo que me atrae pero sé que no me conviene” o la común “No si yo quiero mucho a mi novi@ pero…”

Estos sentimientos son bastante comunes, todos hemos sentido algo parecido, cuando tenemos sentimientos tan opuestos podemos preguntarnos ¿Es una experiencia tan problemática como creemos?

La respuesta: en absoluto. Hemos de reconocer que somos capaces de sentir cosas opuestas. Este problema vemos que surge de la experiencia personal del sujeto sobre las emociones que siente. Esta experiencia le ha llevado a creer que experimentar emociones opuestas crea un estado de malestar, ya que en la mayoría de ocasiones esta polaridad emocional ha tenido consecuencias negativas o ha creado una incongruencia en el marco emocional.

La solución a esta disparidad emocional se encuentra en establecer una actitud dialéctica que nos permita entender e integrar estos aspectos opuestos, para ello hemos de asumir que cualquier experiencia que vivimos es válida. Esta polaridad es algo natural y hay que focalizarla en el aquí y el ahora, el individuo ha de experimentar esta polaridad ,comprenderla y hacerla suya.

Otro aspecto a tener en cuenta es la tendencia a minimizar la disfonía que produce una emoción por el simple hecho de ser el polo opuesto de la otra. Al sentir dos emociones opuestas tendemos a negar una de las dos, normalmente la que nos crea más malestar. Cuando negamos una de las dos emociones hemos de entender que lo que sentimos forma parte de nosotros, hemos de comprenderlas y no rechazarlas aunque entren en conflicto.

Nunca hemos de negar aspectos de nosotros mismos.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Tetera



Muchas veces nos encontramos ante una persona que nos gusta, tenemos un dilema emocional o simplemente alguien no nos cae bien. En esos momentos surge la duda: ¿Le digo a esa persona lo que siento? ¿Me abro a ella? ¿La mando a la mierda?...

Trataremos de darle explicación a estas situaciones con una simple metáfora. Nuestro sistema emocional es similar a una tetera, nos vamos llenando de emociones como la tetera se va llenando de vapor. Este vapor ha de emanar de la tetera, ha de salir al exterior, de forma similar, las emociones han de fluir en un continuo con las personas que nos rodean.

Cuando no dejamos que nuestras emociones fluyan ocurriría algo similar a tapar el pitorro de salida de la tetera con un tapón. Las emociones se van acumulando, creando un estado de presión interna, hasta que llegado el momento, esa presión se hace insostenible y hace que la tetera explote. Esto ya de por si es peligroso y puede crear un estado de neurosis para nada deseable, pero si la tetera está llena de mierda y te explota en la cara la situación es tan escatológica como desagradable.

Otro problema nos lo encontramos al darle una salida demasiado rápida a esas emociones, si vaciamos la tetera demasiado rápido se quedara sin nada en su interior, puede crearse lo que conocemos como un “tsunami emocional” que se lleva a la persona que tenemos por delante.

Si esto se produce con una persona que nos cae mal, puede llegar a “violentarse” con nosotros, pero que demonios ¡Que les den! El problema es si la persona nos importa, nos cae bien y poco a poco se está ganando nuestro corazoncito, en esos casos podemos abrumar a la persona, nuestras emociones pueden llevarse la relación por delante.

De todos modos, sabemos hemos cometido un error en la medición de nuestro “cauce emocional” nos pueden valer para aprender a que ritmo hay que dejar salir nuestras emociones. Por exceso o por defecto se cometen errores en esta clase de situaciones.

Deseamos hacer las cosas sin miedo, con la seguridad de que va a pasar lo que nosotros queremos que pase pero en la mayoría de las situaciones, desgraciadamente, no ocurre así. Uno hace las cosas o no las hace, pero se siente como se siente.

Arzoth

Pd: A ver si me aplico el cuento :P

lunes, 9 de noviembre de 2009

Diluido


Muchas veces nos encontramos con personas que conocemos (y apreciamos) cambian radicalmente su personalidad, modifican sus metas y su conducta cuando están dentro de un contexto social nuevo o acaban de encontrar a una pareja ¿Por qué ocurre esto? ¿Qué lleva a un sujeto a dejar su personalidad atrás para complacer a su pareja?

Para intentar dar respuesta a estas situaciones podemos recurrir a la teoría humanista de Carl Rogers. Nos encontramos con que los demás nos quieren, se fijan en nosotros, nos tratan bien cuando hacemos lo que ellos quieren. Vemos como dejamos nuestras propias necesidades y motivaciones para comportarnos como los demás quieren que seamos.

Esta forma de actuar surge de la importante necesidad de ser amados, necesidad que en muchas ocasiones hace que dejemos de ser nosotros mismos para ser como la otra persona quiere. Ocurre algo parecido al tirar un azucarillo en una taza de café caliente, nuestro propio autoconcepto se diluye rápidamente dentro de la personalidad de ese ser “amado”.

Estas situaciones crean un estado de discordia, una polifonía de voces, una lucha interna entre el self impuesto y el sentido de nuestro propio autoconcepto. Vemos como en esta situación existe un problema de incongruencia entre la experiencia real proporcionada por el entorno y nuestro propio autoconcepto.

Este tipo de relaciones crean una disonancia interna, no son ni recomendables ni útiles, tenemos que aprender a olvidar el valor impuesto por los demás y favorecer la tendencia hacia el crecimiento y la autonomía. Desde esta autonomía es desde donde han de surgir nuestras relaciones, volviendo a citar a Fromm “La paradoja del amor es, ser uno mismo, sin dejar de ser dos.”

Arzoth

Unos apuntes sobre los autores:

Carl Rogers http://es.wikipedia.org/wiki/Carl_Rogers

Eric Froom http://es.wikipedia.org/wiki/Eric_fromm

sábado, 31 de octubre de 2009

Máscara



Todos conocemos a alguien introvertido y vemos como esa persona se transforma delante de una situación social, dentro de un contexto donde las relaciones son necesarias. Ahora nos preguntamos. ¿Qué lleva a un sujeto con altos índices de introversión a relacionarse con decenas de personas al día?

Hablaremos de máscara social, esa identidad que tomamos las personas introvertidas para relacionarnos con los demás dentro de un entorno. Este concepto parte de la idea de las máscaras que utilizaban los actores en la antigua Grecia, estas representaban a los personajes que interpretaban los actores. La máscara es aquello que transformaba al actor en personaje igual que la máscara social hace del introvertido una persona competente en las relaciones.

¿Qué nos lleva a construir esta máscara social? Una mezcla de necesidad, autoafirmación y curiosa diversión. Seamos sinceros, para el introvertido esta interacción social es todo un reto, pone a prueba (con más o menos éxito) todas y cada una de sus escasas habilidades sociales en una danza de vergüenza, nerviosismo y curiosidad.

En estas situaciones cada vez que socializamos es una victoria. Es gracioso ver una conversación entre dos amigos introvertidos. “¡Mira esta mañana en clase he socializado!” “Wooooooooh! ¿Y cómo ha ido?”. Este tipo de conversaciones son realmente gratificantes donde se intercambian experiencias, trucos y formas para mejorar la máscara social. ¿De qué hablan dos introvertidos? Pues aunque parezca paradójico, la mayoría de las conversaciones de los introvertidos están centradas en el mundo social, en las relaciones (por su presencia o ausencia).

Con esta máscara puesta, interpretando a nuestro yo social conseguimos conocer a gran cantidad de personas, las cuales en su mayoría nos importan más bien poco. Yo personalmente disfruto mucho con estas relaciones maravillosamente banales, tan dulcemente intrascendentes… Estas son simple complacencia basadas en un quid pro quo, un intercambio (normalmente positivo) en el que el introvertido intenta practicar sus habilidades sociales y se verá reforzado si la conversación consigue terminar con éxito.

Pero esta máscara social también es usada como un escudo, basado en la distancia emocional y la capacidad de selección donde los individuos que no alcanzan nuestras expectativas o simplemente no merecen la pena son eliminados de la ecuación. Si algo tenemos realmente claro los introvertidos es como queremos que sea la gente que nos rodea y para eso somos realmente exigentes.

Lo que hace que esto merezca la pena es que, muy de vez en cuando, se conoce a una persona que, lentamente, te va quitando tu máscara social. Cuando esto ocurre sabemos que hemos encontrado a alguien que merece la pena.

Arzoth

jueves, 22 de octubre de 2009

Fundación


“Somos una pareja única, especial, totalmente distinguible del resto de las demás”. Este es un pensamiento común. Citando a uno de mis psicólogos preferidos Erich Fromm (desde aquí recomiendo “El arte de amar” como un imprescindible de la psicología emocional) “La paradoja del amor es, ser uno mismo, sin dejar de ser dos.” Pero ¿Dónde empieza toda esta “magia”? ¿Cuándo dos personas empiezan a actuar como un equipo? ¿Qué hace de ellas una pareja totalmente identificable y diferente de las demás? Todas estas preguntas tiene un inicio común, un punto de partida, todas las parejas tienen su momento especial, su inicio, su mito fundador.

El mito fundador hace referencia al momento en el que se conocen los dos miembros de la pareja. Ese momento es recordado de forma especial, única y tiene un gran valor para ambos ya que reafirma a la pareja, le da un comienzo en el continuo temporal, un primer paso en el camino de la identidad marital. Ahora bien ¿Por qué recibe el nombre de mito?

Muy bien analicemos primero que es un mito: “Narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter divino o heroico. Con frecuencia interpreta el origen del mundo o grandes acontecimientos de la humanidad. Historia ficticia o personaje literario o artístico que condensa alguna realidad humana de significación universal.”

Reconozcámoslo, todos recordamos ese momento como algo realmente especial, para unos son esas mariposas revoloteando en el estomago, para otros una luz cegadora que prende la venda de sus ojos, para mi es algo parecido a una patada en el vientre que te deja sin aliento. Esas emociones no se olvidan… Pero seamos objetivos, esos sentimientos están completamente distorsionados. El mito fundador es esa “narración maravillosa” del momento en el que se conoce la pareja distorsionado por una embriaguez de emociones que elevan a los miembros de la pareja a un estatus exclusivo y excluyente. Todas las parejas tienen su mito fundador, esto las distingue de otras, otorgándoles un estatus diferente del resto, ya que es difícil encontrar dos mitos fundadores iguales, elevando el valor de sus egos y consolidando así su compromiso.

Para escuchar el mito fundador solo has de preguntar “¿Cómo os conocisteis?” En ese momento observarás como, si las cosas van bien, se les ilumina la cara a los dos y cuentan su “historia” al unísono, con un alto grado de complicidad (alguna vez podemos ver cómo nos cuentan su mito fundador “por turnos” una frase cada uno). Esto nos hace ver hasta que punto el mito fundador esta afianzado dentro de la pareja, arraigado en la más profunda de sus convicciones y con un estatus de verdad absoluta

Ahora analicemos de forma objetiva nuestro mito fundador, analicémoslo sacando el pequeño empirista/conductista pedante que llevamos dentro. Sí lo analizamos fríamente, este momento no es tan diferente de aquella vez que conocimos a un amigo o a una persona que se acaba ganando nuestro afecto, solamente hemos exagerado la situación para hacer de ella algo especial ya que la persona con la que estamos, es cuanto menos, importe en nuestra vida. Seamos sinceros , vivimos en un continuo autoengaño, donde todo aquello que nos hace sentir mejor, únicos y especiales es llevado hasta niveles que exceden completamente la realidad ( y en ocasiones la racionalidad).

Desgraciadamente para nosotros ni somos tan especiales ni somos tan únicos, el mito fundador no es más que eso, un mito.

Arzoth

viernes, 16 de octubre de 2009

Disonante


Siempre me ha parecido curioso ver al ser humano tomando decisiones, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos estamos tomando decisiones casi sin darnos cuenta ¿Qué ropa me voy a poner? ¿Qué hago de comer? En nuestras relaciones tenernos tres cazos de lo mismo, en muchas ocasiones hemos de decidir, pero ¿Qué ocurre cuando tenemos que decidir entre dos cosas que nos gustan y nos atraen? ¿Por qué tenemos esa necesidad de afianzar nuestra decisión y distorsionar lo que hemos rechazado?

Esto nos lleva al tema central de hoy, el concepto psicológico de disonancia cognitiva. Este concepto se podría definir de la siguiente manera:

El concepto de disonancia cognitiva, en Psicología, hace referencia a la tensión o desarmonía interna del sistema de ideas, creencias, emociones y actitudes (cogniciones) que percibe una persona al mantener al mismo tiempo dos pensamientos que están en conflicto, o por un comportamiento que entra en conflicto con sus creencias. Es decir, el término se refiere a la percepción de incompatibilidad de dos cogniciones simultáneas.(Definición extraída de la wikipedia)

Seamos realistas, todos hemos sufrido la disonancia cognitiva en nuestras propias carnes, todos hemos vivido el rechazo y de vez en cuando, nos ha tocado decidir entre dos personas que nos gustaban. Siempre nos jode ser rechazados, pero cuando la persona que nos rechaza (persona que, como mínimo, nos gusta) nos jode, es evidente, normal, ha pasado y volverá a pasar. Pero más sangrante es cuando vemos que esa persona que nos rechaza comienza a exaltar, de forma poco objetiva, las cualidades de la persona que ha elegido y aquí es cuando comienza el carrusel emocional de melancolía, ira y resquemor.

Partamos del echo de que estos “posibles candidatos” son objetivamente iguales: personas cariñosas, amables, sinceras y toda esa mierda que está tan de moda hoy en día. (Por algo surge el conflicto, por ahí van los tiros) En estos casos la elección suele ser tomada por detalles mínimos, que muchas veces ni siquiera la persona que elige sabe explicar, entonces, nos preguntamos ¿Cómo es que después de la decisión existe una brecha, por parte de la persona que elige, tan grande entre las dos personas candidatas? Ahí es donde entra la disonancia cognitiva.

Pongámonos en el papel de la persona que elige, para esa persona puede ser difícil tomar la decisión, ya que se encuentra delante de un conflicto de intereses donde tendrá que tomar la mejor alternativa y elegir al mejor candidato posible. Pero ¿Qué ocurre al tomar la decisión? Partamos desde el punto en el que la disonancia surge cuando el pensamiento acerca de estas dos personas entran en conflicto, por lo tanto, la decisión es difícil de tomar, ya que en ambos casos, las dos personas candidatas nos atraen. Cuando elegimos tenemos que reafirmar nuestra decisión, ya que reafirmarla, no solo le conferirá un estatus mayor al elegido, sino que nos hará sentir mejor ya que nos auto convenceremos de que hemos “hecho lo correcto”. Con esta nueva sensación de bienestar podremos poner fin al estado disonante.

“No entiendo como él/ella puede estar con un/una gilipollas como él/ella” esa frase la hemos dicho todos y en cierto modo es cierta, cuando una persona decide entre dos, exalta las cualidades del elegido, elevándolas, en muchos casos, hasta límites realmente absurdos. En cambio, el rechazado ve aumentado sus defectos lo que crea una brecha entre los “posibles candidatos”, esta brecha, realmente difícil de salvar mientras la relación se mantenga, hará que el rechazado, en muchas ocasiones, tome el papel de “exiliado” (sobre el papel del exiliado hablaremos en un futuro). En este juego de las emociones, en la mayoría de los casos, no hay sitio para el segundo y menos cuando este ha sido parte de la competencia.

Arzoth

miércoles, 14 de octubre de 2009

Un poco de mi.


Aun no tengo claras las circunstancias que me han llevado ha abrir este blog, quizás un deseo de generatividad, con unos toques de necesidad de trascendencia y una pizca de culo veo culo quiero. Centrándonos en el tema, la idea principal para este blog es expresar las reflexiones que hace un joven estudiante de psicología acerca de las relaciones, como las percibe, las hace suyas y, desgraciadamente, las sufre. No nos engañemos, este blog nace como una pequeña vía de escape para las emociones, en un vago (y no siempre bien encaminado) intento de explicar el mundo que le rodea, con sus cosas buenas y no tan buenas.


Arzoth.