sábado, 31 de octubre de 2009

Máscara



Todos conocemos a alguien introvertido y vemos como esa persona se transforma delante de una situación social, dentro de un contexto donde las relaciones son necesarias. Ahora nos preguntamos. ¿Qué lleva a un sujeto con altos índices de introversión a relacionarse con decenas de personas al día?

Hablaremos de máscara social, esa identidad que tomamos las personas introvertidas para relacionarnos con los demás dentro de un entorno. Este concepto parte de la idea de las máscaras que utilizaban los actores en la antigua Grecia, estas representaban a los personajes que interpretaban los actores. La máscara es aquello que transformaba al actor en personaje igual que la máscara social hace del introvertido una persona competente en las relaciones.

¿Qué nos lleva a construir esta máscara social? Una mezcla de necesidad, autoafirmación y curiosa diversión. Seamos sinceros, para el introvertido esta interacción social es todo un reto, pone a prueba (con más o menos éxito) todas y cada una de sus escasas habilidades sociales en una danza de vergüenza, nerviosismo y curiosidad.

En estas situaciones cada vez que socializamos es una victoria. Es gracioso ver una conversación entre dos amigos introvertidos. “¡Mira esta mañana en clase he socializado!” “Wooooooooh! ¿Y cómo ha ido?”. Este tipo de conversaciones son realmente gratificantes donde se intercambian experiencias, trucos y formas para mejorar la máscara social. ¿De qué hablan dos introvertidos? Pues aunque parezca paradójico, la mayoría de las conversaciones de los introvertidos están centradas en el mundo social, en las relaciones (por su presencia o ausencia).

Con esta máscara puesta, interpretando a nuestro yo social conseguimos conocer a gran cantidad de personas, las cuales en su mayoría nos importan más bien poco. Yo personalmente disfruto mucho con estas relaciones maravillosamente banales, tan dulcemente intrascendentes… Estas son simple complacencia basadas en un quid pro quo, un intercambio (normalmente positivo) en el que el introvertido intenta practicar sus habilidades sociales y se verá reforzado si la conversación consigue terminar con éxito.

Pero esta máscara social también es usada como un escudo, basado en la distancia emocional y la capacidad de selección donde los individuos que no alcanzan nuestras expectativas o simplemente no merecen la pena son eliminados de la ecuación. Si algo tenemos realmente claro los introvertidos es como queremos que sea la gente que nos rodea y para eso somos realmente exigentes.

Lo que hace que esto merezca la pena es que, muy de vez en cuando, se conoce a una persona que, lentamente, te va quitando tu máscara social. Cuando esto ocurre sabemos que hemos encontrado a alguien que merece la pena.

Arzoth

2 comentarios:

  1. pues yo no creo en eso de la sociabilización...siempre que la he practicado, he terminado hastiada y agobiada, corriendo con el rabo entre las patas de nuevo a mi preciosa cueva :) :=

    ResponderEliminar
  2. Bueno, yo aun no he conocido ninguna persona que no tenga una mascara social, la considero supervivencia, pero de ahi a asociarlo a gente con dificultad de sociabilización no se si lo compararia. Lo de que ese tipo de gente elige a las personas con las que se quiere sociabilizar no creo que sea descartable, el tiempo es limitado así que para que malgastarlo. Así que según pone en el texto yo encajaria en la descipción de antisocial con mascara y no me considero así, aunque sea subjetivo ^^.

    ResponderEliminar