lunes, 5 de abril de 2010

Magia

Muchas veces esperamos que los cambios ocurran de forma espontánea, creemos, que si no hacemos nada y dejamos que corra el tiempo, por si solas, las cosas tienden a equilibrarse y a cambiar. Y en puede que sea cierto, mi abuela, sabia mujer donde las haya, siempre me decía que el tiempo nos deja a cada uno en nuestro lugar, pero las cosas no cambian “automáticamente”.

Estos cambios que deseamos que ocurran mientras nosotros esperamos sentados a verlas venir, reciben el nombre de “cambios mágicos”, muchas veces tenemos la falsa creencia de que las cosas nos ocurrirán sin más por el simple hecho de “ser nosotros”. Creemos que si dejamos de afrontar la realidad que nos rodea y no actuamos delante de los problemas que se nos ponen delante, estos desaparecerán “mágicamente”.

En la mayoría de situaciones en las que nos quedamos parados mientras “la vida pasa delante de nosotros” pasamos gran parte del tiempo pensando lo que debería o no debería hacer y aquí es donde aparece el temido y fatal “Y si…”. Pasamos gran parte de nuestra vida pensando en ese dichoso “y si…” preparándonos para lo que pueda venir, y no nos engañemos, la mayoría de esas reflexiones acaban siendo castillos construidos en el aire, razonamientos subjetivos que poco o nada tienen que ver con la realidad.

Pasamos demasiado tiempo pensando en el “y si…” y poco tiempo actuando. Personalmente soy del tipo de personas que, cuando van a darse la ostia, prefiere ver cómo llega el suelo, así tengo tiempo para poner las manos antes de darme el gran golpe. Y como yo mucha gente, el problema radica en nuestra falta de habilidades o recursos necesarios para “empezar a movernos”, esas habilidades que hacen que demos ese primer paso que nos impulsa al cambio.

Estas habilidades son fruto de la experiencia, hablando claro, este aprendizaje es fruto de los palos que nos da la vida. Estos palos nos enseñas como actuar antes situaciones parecidas, nos impulsan a alcanzar nuestras metas y nos ayudan a saber que no hemos de hacer, este entrenamiento nos hace revivir experiencias tratando de no volver a cometer los mismos errores, algo que desgraciadamente falla más de lo que desearíamos.

Cuando nos encontramos ante una situación que produce desajuste, nos encontramos con personas que optan por el no afrontamiento. ¿Por qué optamos por esta opción? En cuestión de recursos, es lo más económico.

El problema es que, cómo hablamos anteriormente, tratamos de polarizar nuestros pensamientos y emociones, todo es blanco o negro, este pensamiento digital reduce nuestro punto de vista en cuanto a las opciones que disponemos. Hemos de alejarnos de ese tipo de pensamientos, abrirnos a la experiencia, observar las cosas de forma objetiva y entonces obtendremos de esta polarización un equilibrio que nos impulse a actuar.

No todo es blanco o negro, el mundo está lleno de colores maravillosos, sólo tienes que saber dónde y cómo mirar...

Puedes conocerme y seguir el blog en las siguientes redes sociales!:

Facebook: http://www.facebook.com/profile.php?ref=sgm&id=100000974495069

My Space: http://www.myspace.com/529793678

Twitter: http://twitter.com/Arzoth

Tuenti: http://www.tuenti.com/#m=Profile&func=index&user_id=68360217

lunes, 15 de febrero de 2010

Expectativa.


Después del parón obligatorio por diferentes fiestas y exámenes vuelvo a la carga con el blog, con la intención de seguir publicando semanalmente, volviendo al ritmo habitual.

“Todo se reduce a expectativas”, en una clase más o menos reciente discutíamos sobre el papel de las expectativas cuando el profesor lanzo este órdago, nunca me ha gustado ser tan reduccionista, pero en aquel momento lo vi claro.

Primero centrémonos en el concepto de expectativa:Una expectativa, que es una suposición centrada en el futuro, puede o no ser realista. Un resultado menos ventajoso ocasiona una decepción. Si algo que pasa es completamente inesperado es una sorpresa.” Siempre actuamos en función de nuestras expectativas, es por ello que son consideradas uno de los mejores predictores del comportamiento que existen. Estas expectativas surgen de la necesidad de control sobre el ambiente que posee el ser humano. La incertidumbre nos asusta, nos da miedo y en un intento, más o menos bueno, de predicción tratamos de construir una visión sobre nuestro porvenir. Esto nos hace pensar que la previsión del futuro es el autentico antecedente real del comportamiento.

Esta predicción estructura nuestra conducta y hace que actuemos de forma coherente con las expectativas que poseemos. Pongamos por ejemplo la expectativa de meta, estas metas dirigen la conducta humana hacia lo que deseamos conseguir. Actuamos en función a nuestros objetivos y nos hacemos expectativas constantemente y sobre cualquier acontecimiento, pensemos en los cosas que hacemos o hemos hecho para estar con esa persona que tanto nos interesa, la expectativa de conseguir estar con esa persona nos ha llevado por un largo camino, no siempre exento de problemas.

En este camino nos habremos topado con varias actuaciones ilógicas, lo más fascinante de estas expectativas es precisamente eso, su subjetividad y su falta de lógica. Muchas veces nos preguntamos ¿Por qué estoy haciendo? ¿Me querrá más si me comporto de esta manera o de otra? ¿Conseguiré aquello que anhelo? Hacemos cosas que nunca pensaríamos que podríamos hacer guiados por esas expectativas, las cuales, en ocasiones, van un paso por delante nuestro. Todos hemos realizado “locuras” por amor, nos hemos ilusionado mucho por una fiesta que luego resulto ser una mierda o hemos estado esperando durante meses algo que, al tenerlo en nuestras manos, nos ha decepcionado. En este momento es cuando decimos “¡Gracias expectativa!” de no ser por ellas ahora mismo no me sentiría como un completo idiota.

El problema, la subjetividad de la que hablamos, muchas veces nuestras expectativas no están ajustadas a la realidad. Este fallo de ajuste nos crea frustración ya que nuestras expectativas no han se ven satisfechas. Pero este desajuste nos llevará a una construcción de nuevas expectativas, y si hemos aprendido de la experiencia, estas expectativas estarán más ajustadas a la realidad. Esta subjetividad y fallo de nuestras expectativas viene dado por la percepción equivocada que tenemos sobre nosotros mismo.

Cómo comentaba anteriormente “vivimos en un autoengaño permanente”, el no ser sincero con nosotros mismo lleva a construir expectativas poco realistas basadas en nuestra propia subjetividad. En este punto me pregunté “Si las expectativas, para ciertos aspectos, pueden ser perjudiciales… ¿No sería mejor no tener ninguna expectativa?”. Al poco tiempo di con la respuesta, no tener ninguna expectativa es, por si mismo, una expectativa, lo cual nos lleva a una paradoja de difícil solución…

Hemos de centrarnos en el momento, vivir el aquí y el ahora de forma consecuente con nuestros deseos y posibilidades… Creo que es la mejor expectativa que he encontrado.

sábado, 19 de diciembre de 2009

Juego (I)


Hace unos días comencé a leer un libro realmente interesante llamado “El juego en el que participamos” de Eric Berne. Una lectura, al principio algo técnico, se hace amena, entretenida y lo más importante de todo, hace reflexionar.

Nos centraremos en que es un juego y en cuando jugar. Veamos cómo define el autor el concepto de juego: “Un JUEGO es una serie de transacciones ulteriores, com­plementarias, que progresan hacia un resultado previsto y bien definido. Descriptivamente, es un conjunto de transacciones recurrentes, frecuentemente prolijas, superficialmente plausi­bles, con una motivación oculta; o en lenguaje familiar, una serie de jugadas con una trampa o truco.” Dr. Berne usaba un lenguaje bastante técnico, pero a resumidas cuentas un Juego es una interacción definida y dirigida entre dos o más sujetos donde uno pone una trampa u obstáculo a otro, normalmente de carácter emocional.

Como nos comenta Berne es su maravilloso libro “cada juego es básicamente deshonesto, y el resultado tiene una cualidad dramática y no simplemente excitante.” Partamos de este punto, sabemos que el juego es siempre deshonesto, siempre hay una trampa, la persona con la que interactuamos tiene un as en la manga… ¿Por qué jugamos? ¿Cuándo hemos de jugar?

Básicamente jugamos por el premio, las expectativas que nos creamos sobre lo que vamos a conseguir con esa interacción nos motivan a “sortear“ todas esas trampas en la interacción para conseguir nuestro objetivo. ¡Tiempo de metáforas! Imaginemos lo que hemos tenido que hacer, o estamos haciendo para conquistar a esa persona que nos gusta. Ese camino ha sido como una carrera de 3000 metros obstáculos donde el mejor es el que se lleva el premio. Estas trampas serian representadas por los obstáculos, vayas, fosos de agua, obstáculos que debemos sortear si queremos llegar a la meta y no solo eso, debemos ser constantes, llevar buen ritmo y hemos de ser los mejores, marcar el mejor tiempo. El premio merece la pena.

Pero ¿Qué ocurre cuando lo que buscamos no merece la pena, el juego nos hace daño o tratan de manipularnos? ¿Debemos jugar? La respuesta es tan evidente como simple: NO. Solo hemos de jugar a aquellos juegos que nos gusten, que merezcan la pena, que nos llenen y solo hemos de jugar para ganar. Cuando un juego es cruel, doloroso y está cargado de ira o celos NUNCA debemos jugar, jugar nos pondrá a merced de la otra persona, estaremos en sus manos y perderemos cualquier tipo de iniciativa y posibilidad de ganar.

¿Cómo dejamos de jugar? Simple, si estamos dentro de un juego, nos retiramos de él, si el juego está a punto de comenzar no participamos. Esto siempre resulta difícil y doloroso, primero porque, a veces, estamos cegados, no vemos la realidad que nos rodea y jugamos a ciegas. Por otro lado, la persona que nos plantea el juego, SIEMPRE HARA TODO LO POSIBLE PARA QUE NO ABANDONEMOS, a todos nos jode dejar de ser el/la príncipe/princesa del cuento.

Jugar o no está en nuestras manos.

Información adicional

Eric Berne http://es.wikipedia.org/wiki/Eric_Berne

lunes, 7 de diciembre de 2009

Mito (I)


Ya hemos hablado anteriormente del significado de los mitos en la pareja con el mito fundador, ahora hablaremos de otra clase de mitos, los llamados falsos mitos del amor. Cómo comentábamos anteriormente un mito no es más que “una narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter divino o heroico. Esto nos pone ante una serie de situaciones tan idílicas como falsas sobre el amor. El problema se encuentra en que, en alguna ocasión, todos hemos dicho o pensado alguna de ellas, lo que no es preocupante. Afortunadamente la experiencia empírica acaba destrozando estos mitos y de paso hace que nuestro corazoncito sea algo más fuerte. Ahora analizaremos alguno de esos mitos:

1- 1-Quiero que mi pareja sea sincera conmigo”. Muchas veces detrás de esta frase encontramos encubierto el siguiente pensamiento “Me gusta que mi pareja me diga lo que quiero oír”. Hagamos un pequeño ejercicio, apuntemos en un folio todos los pensamientos que tenemos sobre nuestra pareja durante unas horas, cada vez que ese pensamiento se repita le ponemos una crucecita o un “palote” (me encanta esta palabra). Ahora subrayemos los pensamientos que le hemos comentado a nuestra pareja. Pocos ¿verdad? Y de esos pocos, seguramente, solo le habremos comentado los positivos, que pueden ser también los menos frecuentes. Y no es de extrañar, ser sincero es cómo manejar maquinaria pesada, hay que tener muchísima precaución y no hacerlo nunca bajo el consumo de “sustancias”.

2- 2-Existe mi media naranja y solo esa persona será capaz de hacerme feliz”. Esto me parece una chorrada tan impresionante que no merece la pena ser comentada.

3- 3-Los opuestos se atraen”. Mira a tu pareja, ahora mírate a ti. Pues eso, los polos opuestos no se ataren, cuantos más aspectos en común tengamos mejor, no buscamos una pareja “opuesta” a nosotros sino una persona que nos “complemente”.

4- 4-Si el amor es auténtico, lo sabré en el mismo momento de conocer a la otra persona. Las personas nos pueden gustar, nos atraen, pero el amor llega con el tiempo, el flechazo no es más que otro mito, el amor a primera vista, una excusa. Es fácil confundir el cariño y la atracción con el enamoramiento. Una profesora me dijo una vez “el amor es como hacer una tarta, preparas los ingredientes, lo mezclamos, los calientas y luego toca esperar a que se haga. El primero no te saldrá bien, pero con la práctica llegaras tener una receta que te llene”.

5- 5-Si experimento una plena compenetración sexual, debe tratarse de amor. No confundir química sexual con amor, en ocasiones nos enganchamos a personas que sexualmente nos satisfacen y creemos estar enamorados. Graso error, tener esta satisfacción sexual es uno de los pilares de la pareja, ya lo decía R.J Sternberg en su teoría triangular del amor, y esa satisfacción llega antes o después, cuestión de práctica. Pero lo que hace del amor un amor completo es algo más…

Otro día continuaremos con más falsos mitos sobre el amor. Tema que realmente me apasiona^^

PD: Algo de información adicional:

R.J Sternberg :http://es.wikipedia.org/wiki/Robert_Sternberg

Su teoría triangular del amor: http://es.wikipedia.org/wiki/Teoría_triangular_del_amor

lunes, 30 de noviembre de 2009

Polaridad


Muchas veces nos encontramos con sentimientos dispares, diferentes, completamente opuestos. “La amo pero la odio”, “Tiene algo que me atrae pero sé que no me conviene” o la común “No si yo quiero mucho a mi novi@ pero…”

Estos sentimientos son bastante comunes, todos hemos sentido algo parecido, cuando tenemos sentimientos tan opuestos podemos preguntarnos ¿Es una experiencia tan problemática como creemos?

La respuesta: en absoluto. Hemos de reconocer que somos capaces de sentir cosas opuestas. Este problema vemos que surge de la experiencia personal del sujeto sobre las emociones que siente. Esta experiencia le ha llevado a creer que experimentar emociones opuestas crea un estado de malestar, ya que en la mayoría de ocasiones esta polaridad emocional ha tenido consecuencias negativas o ha creado una incongruencia en el marco emocional.

La solución a esta disparidad emocional se encuentra en establecer una actitud dialéctica que nos permita entender e integrar estos aspectos opuestos, para ello hemos de asumir que cualquier experiencia que vivimos es válida. Esta polaridad es algo natural y hay que focalizarla en el aquí y el ahora, el individuo ha de experimentar esta polaridad ,comprenderla y hacerla suya.

Otro aspecto a tener en cuenta es la tendencia a minimizar la disfonía que produce una emoción por el simple hecho de ser el polo opuesto de la otra. Al sentir dos emociones opuestas tendemos a negar una de las dos, normalmente la que nos crea más malestar. Cuando negamos una de las dos emociones hemos de entender que lo que sentimos forma parte de nosotros, hemos de comprenderlas y no rechazarlas aunque entren en conflicto.

Nunca hemos de negar aspectos de nosotros mismos.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Tetera



Muchas veces nos encontramos ante una persona que nos gusta, tenemos un dilema emocional o simplemente alguien no nos cae bien. En esos momentos surge la duda: ¿Le digo a esa persona lo que siento? ¿Me abro a ella? ¿La mando a la mierda?...

Trataremos de darle explicación a estas situaciones con una simple metáfora. Nuestro sistema emocional es similar a una tetera, nos vamos llenando de emociones como la tetera se va llenando de vapor. Este vapor ha de emanar de la tetera, ha de salir al exterior, de forma similar, las emociones han de fluir en un continuo con las personas que nos rodean.

Cuando no dejamos que nuestras emociones fluyan ocurriría algo similar a tapar el pitorro de salida de la tetera con un tapón. Las emociones se van acumulando, creando un estado de presión interna, hasta que llegado el momento, esa presión se hace insostenible y hace que la tetera explote. Esto ya de por si es peligroso y puede crear un estado de neurosis para nada deseable, pero si la tetera está llena de mierda y te explota en la cara la situación es tan escatológica como desagradable.

Otro problema nos lo encontramos al darle una salida demasiado rápida a esas emociones, si vaciamos la tetera demasiado rápido se quedara sin nada en su interior, puede crearse lo que conocemos como un “tsunami emocional” que se lleva a la persona que tenemos por delante.

Si esto se produce con una persona que nos cae mal, puede llegar a “violentarse” con nosotros, pero que demonios ¡Que les den! El problema es si la persona nos importa, nos cae bien y poco a poco se está ganando nuestro corazoncito, en esos casos podemos abrumar a la persona, nuestras emociones pueden llevarse la relación por delante.

De todos modos, sabemos hemos cometido un error en la medición de nuestro “cauce emocional” nos pueden valer para aprender a que ritmo hay que dejar salir nuestras emociones. Por exceso o por defecto se cometen errores en esta clase de situaciones.

Deseamos hacer las cosas sin miedo, con la seguridad de que va a pasar lo que nosotros queremos que pase pero en la mayoría de las situaciones, desgraciadamente, no ocurre así. Uno hace las cosas o no las hace, pero se siente como se siente.

Arzoth

Pd: A ver si me aplico el cuento :P

lunes, 9 de noviembre de 2009

Diluido


Muchas veces nos encontramos con personas que conocemos (y apreciamos) cambian radicalmente su personalidad, modifican sus metas y su conducta cuando están dentro de un contexto social nuevo o acaban de encontrar a una pareja ¿Por qué ocurre esto? ¿Qué lleva a un sujeto a dejar su personalidad atrás para complacer a su pareja?

Para intentar dar respuesta a estas situaciones podemos recurrir a la teoría humanista de Carl Rogers. Nos encontramos con que los demás nos quieren, se fijan en nosotros, nos tratan bien cuando hacemos lo que ellos quieren. Vemos como dejamos nuestras propias necesidades y motivaciones para comportarnos como los demás quieren que seamos.

Esta forma de actuar surge de la importante necesidad de ser amados, necesidad que en muchas ocasiones hace que dejemos de ser nosotros mismos para ser como la otra persona quiere. Ocurre algo parecido al tirar un azucarillo en una taza de café caliente, nuestro propio autoconcepto se diluye rápidamente dentro de la personalidad de ese ser “amado”.

Estas situaciones crean un estado de discordia, una polifonía de voces, una lucha interna entre el self impuesto y el sentido de nuestro propio autoconcepto. Vemos como en esta situación existe un problema de incongruencia entre la experiencia real proporcionada por el entorno y nuestro propio autoconcepto.

Este tipo de relaciones crean una disonancia interna, no son ni recomendables ni útiles, tenemos que aprender a olvidar el valor impuesto por los demás y favorecer la tendencia hacia el crecimiento y la autonomía. Desde esta autonomía es desde donde han de surgir nuestras relaciones, volviendo a citar a Fromm “La paradoja del amor es, ser uno mismo, sin dejar de ser dos.”

Arzoth

Unos apuntes sobre los autores:

Carl Rogers http://es.wikipedia.org/wiki/Carl_Rogers

Eric Froom http://es.wikipedia.org/wiki/Eric_fromm